Amaya Bouquet ha cultivado en su trabajo el encanto de la transgresión. En Puta magia, sin embargo, no trabaja en pos de una reunión imposible de las dos mitades de la mítica puta sagrada. Anclada en la figura de la puta, y en las pasiones bajas que se le atribuyen, Amaya parece buscar metódicamente el poder mágico de eso que desde hace milenios se señala como bajo, sucio, pecaminoso y contaminado. Lejos está esta muestra de proponer una elevación. Por el contrario, postula que allí donde nos reclinamos y nos hincamos para reptar entre nuestros fluidos, allí mismo reside el poder de transformarlo todo. Como si se propusiera una actualización en clave bruja de la máxima de Hölderlin: “Donde está el peligro también está la salvación” Texto de Mariano López
noviembre
2019